“¿Cómo pudiste romper las reglas tan egoístamente?”, le preguntó un jefe a una joven que acababa de celebrar su embarazo. Japón es un país muy amado por muchos y un total misterio para otros. Lo cierto es que ahora, la nación asiática está en el ojo de la tormenta por una regla sobre pedir ‘permiso para tener un hijo’.
En Japón, el trabajo es el sistema más importante de su sociedad. Entre más trabajes, más te valoran. Incluso, los trabajadores no toman vacaciones para seguir trabajando ¡Y no es broma!
Sin embargo, lo que nadie imaginaba es que llegara al límite de establezcan un horario para casarse, embarazarse e incluso dar a luz.
Esta controversial acusación salió a la luz por primera vez luego que el esposo de una trabajadora de una guardaría fuera intimidada por su jefe por quedar embarazada fuera de “su turno”, según el medio británico Daily Mail.
Lo peor de todo, es que este es sólo un caso. Docenas de mujeres pasan lo mismo día a día. A una mujer de 26 años le dijeron que esperara hasta los 35 para concebir, a pesar de que ya comenzaba a sufrir problemas de fertilidad y, si hacía caso de las indicaciones de sus jefes, posiblemente jamás hubiera tenido un hijo.
La queja inicial fue publicada en una carta en el periódico nipón Mainichi Shimbun el mes pasado, en donde se relataba la historia del hombre con su esposa que trabajaba en la guardaría.
“Ocho meses después de nuestro matrimonio, en enero de este año, mi esposa quedó embarazada. Pero mi esposa, que trabaja en una guardaría infantil, parecía triste y a la vez ansiosa por la noticia”
La directora del centro de cuidado infantil donde trabaja estableció la orden en que los trabajadores del lugar podían casarse o quedar embarazadas. Aparentemente existía una regla implícita de que uno debe tomar su “turno” ante un miembro del personal directivo.
Mi esposa y yo debimos ir a pedir disculpas: “lamentamos que mi esposa haya quedado embarazada”.
Además, el director del establecimiento aceptó con enojo las disculpas, pero desde el día siguiente ha estado criticando a mi esposa con duras palabras como “¿cómo pudiste romper las reglas tan egoístamente?”
Esta carta provocó que todo Japón se indigne, y a la vez se solidarice, pues muchos otros trabajadores pasan lo mismo, sólo que en silencio lo aceptan ¿Podría tener algo que ver la baja natalidad? Esperemos que estas ‘reglas’ cambien por el bien de su sociedad.