Aunque es poco conocido, y algún padre puede encontrarse con la sorpresa de no poder inscribir a su hijo en el registro civil, no todos los nombres son válidos por ley. Sí, tanto en España como en muchos países del mundo, existen limitaciones legales a la hora de elegir nombre para nuestros hijos o hijas. En España el órgano responsable de aceptar los nombres puestos por los padres a sus hijos es el Registro Civil.
Además de elegir un nombre para nuestro hijo que no sea favorable a las burlas de los otros niños en el colegio, también tenemos que tener en cuenta que la ley nos prohíbe poner más de un nombre compuesto, más de dos simples, nombres que perjudiquen a la persona de forma objetiva, nombres que llevan confusión en su identificación o nombres que introduzcan un error en cuanto al género; entre otras cosas. En Japón, por ejemplo, está prohibido utilizar ciertos nombres para los niños y niñas. Sin embargo, hay un nombre que causó un revuelo a nivel internacional a mediados de los 90, Akuma. ¿A qué fue debido?
El caso, en el que se debatía política y públicamente si los padres tenían el derecho de llamar a sus vástagos de la forma que quisiese, comenzó cuando Shigeharu Sato, un hombre de 30 años, y su esposa Ayako, de 22 años, fueron a registrar a su primer hijo al koseki. Aunque el nombre era extraño, las autoridades de Akishima, su ciudad natal, acordaron incluir el nombre en el registro familiar. Esto otorgaría un reconocimiento oficial al nacimiento del niño.
El Koseki o Registro Familiar, es el registro de este tipo más antiguo del mundo. Durante más de un milenio, el gobierno japonés ha registrado los momentos relevantes de las vidas de todas las familias de su sociedad. El actual sistema de registro familiar se adoptó poco tiempo después de la restauración del Meiji en 1868. El Ministerio de Justicia usa el koseki para registrar familias, seguir el rastro de nacimientos, matrimonios, adopciones… Todos los ciudadanos deben reportar los cambios en las oficinas pertinentes del gobierno, como nacimientos o decesos, si no quieren ser multadas.
Dos meses después de acudir a inscribir a su hijo en el koseki, altos funcionarios del gobierno, excusándose en sus temores por las futuras ridiculizaciones o discriminaciones por el resto de sus compañeros, anuló la inscripción y pidió a la pareja que cambiara de nombre a su hijo; el cual era Akuma. Akuma es un espíritu de fuego malvado del folclore japonés. Es el nombre para denominar al diablo japonés y, en realidad, es el nombre de Satanás en el cristianismo japonés.
El caso llegó hasta una reunión de gabinete, en la que se determinó que no era apropiado instruir a los padres para cambiar los nombres de sus hijos sin una base legal.El ministerio del interior hizo hincapié en crear una legislación que autorizase explícitamente tales decisiones; pese a que no estaban de acuerdo en que la familia llámese Akuma a su hijo.
El padre se vio envuelto en una batalla judicial de cuatro meses para lograr mantener el nombre de su hijo que, según él, “era el mejor nombre posible ya que si lo escuchas una vez, nunca lo olvidarás”. En una audiencia en el Tribunal de Familia de Tokio, los padres inicialmente ganaron el derecho de registrar el nombre de su hijo como lo deseaban. Sin embargo, la ciudad apeló ante el Tribunal Superior de Tokio debido a que el nombre no cumplía las normas sociales y el niño tendría que afrontar ciertas discriminaciones. Finalmente el padre se retiró de la batalla legal y el nombre quedó prohibido por ley.